Me gusta ser mujer
Cada vez disfruto más de esos momentos de chicas, de esas charlas, de esas risas, de ese compartir. Ya pasó el tiempo de querer ser otra persona. Pasó la época en la que creía que ser mujer era un rollo y en la que no entendía a las mujeres. Aquellos años en los que las cosas de chicos, siempre me parecían más divertidas y en las que maldecía al universo por haberme dado tetas.
Afortunadamente he aprendido a quererme, a disfrutar de ser mujer, a entender que no es malo, ni peor, sólo diferente. Y lo mejor de lo mejor, he aprendido a tener amigas, a disfrutar de nuestras cosas, a reírnos de nosotras y de nuestras aventuras. A hablar de todo. A no tener tapujos, a ser sinceras y ante todo a compartir momentos que simplemente son vida.
Me siento muy feliz y muy orgullosa por todas esas mujeres que comparten conmigo, y sobre todo porque este último año ha llenado mi vida con muchas mujeres, con las que sobre todo estoy aprendiendo a ser mejor, más fuerte, más yo… porque señores y señoras, ¡¡¡¡soy mujer!!!
Me gusta pintarme los labios, ponerme taconazos, mover las caderas cuando ando, sentirme guapa, deseada, fuerte, valiente, sexi… Todo eso y mucho más, sin complejos, sin dramas, sin querer parecer lo que no soy, o sin sentirme con la obligación social de ponerme los zapatos de «súper womam» para resultar gris, y no verse mi feminidad, porque si no, no sería vista como una profesional. ¡Chorradas! La libertad es ser yo en todo momento, sin atender a estereotipos, sólo yo, esa es mi libertad, esa es mi emancipación.
Y dentro de esa recién estrenada forma de disfrutar de mis amigas, hay una cosa que cada vez adoro más, esas conversaciones en las que nos quitamos la cursilería de la boca, dejamos las tonterías a un lado y hablamos de las cosas que hacemos y que nos pasan, llamando a las cosas por su nombre. Porque a riesgo de escandalizar a alguien, he de decir que nosotras también follamos, nos gusta, nos divierte, lo necesitamos y también nos gusta contárselo a nuestras amigas y compartir nuestros triunfos.
La otra noche tuve la ocasión de reír a carcajadas con mi amiga Ale, que nos contaba sus batallitas con un chico más joven que ella. Hablaba desde la sinceridad y además lo hacía con tanta gracia, con tanta naturalidad hablando del pre, del durante -explicando lo que sintió al ver semejante cosa enorme y el contorsionismo al que fue sometida- y del post. Nos reíamos porque según ella durante dos días, no se había podido sentar de forma natural en el trabajo. Mientras la oía, y me reía, y me daban ganas de darle un aplauso y decirle olé tú, pensaba en mi madre, en mis tías, en las mujeres de otras generaciones a las que probablemente habríamos escandalizado con semejante conversación, sobre empotramientos y similares, porque a ellas les enseñaron que de eso no se hablaba, vamos, que ni siquiera había que disfrutarlo o sentirlo. Mientras reíamos con nuestros vermús y tomábamos un exquisito tataki de atún, envidiando un poco a nuestra amiga, lo reconozco, no podía por más que sentirme feliz por vivir en el tiempo que me ha tocado y sobre todo por poder disfrutar de esos momentos que no tienen precio.
Me gusta ser mujer, me gusta ser mujer libre, me gusta ser mujer real, me gusta ser yo. Chicas disfrutad de vosotras mismas, aprended a vivid el momento, sin pretensiones, sin más, sólo disfrutad. Cada una de nosotras tiene que buscar su propia estrella. Yo perdí muchos años…¡¡¡que no os pase lo mismo!!!