Ladrones de Sueños

Atreverse a soñar, atreverse a hacer cosas diferentes, hacer sacrificios por conseguirlo, estar dispuestos a dar lo necesario. Pelear lo indecible. Hacer, hacer y hacer… muchas veces sin recompensa alguna, sin ayuda, y enfrentando todo y a todos.
Oír una y otra vez que no tiene sentido, que no vas a conseguir nada, que no pierdas el tiempo, y pese a ello seguir, seguir y seguir. Lo fácil habría sido rendirse, dejarse llevar, ir a lo seguro, nadar y guardar la ropa, pero hay quien no elige los caminos fáciles, quién elige las sendas complicadas, porque sabe que lo fácil pocas veces nos lleva a la cima.
Si te caes, te levantas, si te caes ochenta, te levantas, te sacudes, levantas la cabeza y sigues al frente, porque sabes que tienes todo el derecho, aunque para ti, es más bien una obligación. Y porque crees, porque crees en un mundo mejor, diferente, con más igualdad, con las mismas oportunidades. El mundo se empeña en decirte que es imposible, hasta se ríe de tus intenciones, te tratan de absurda, de inocente, de no saber cómo son las cosas, pero pese a ello, sigues, y lo haces sólo porque crees, porque pese a todo, sigues creyendo en ese mundo mejor, ese mundo más justo, ese mundo en el que hombre o mujer, alto o bajo, gordo o flaco, rubia, morena, castaña o pelirroja, dónde nada de eso importe.
Día a día, mes a mes, año tras año, oyendo burlas, sintiendo desprecio de unos, lastima de otros, pero no dejando ni un día de seguir creyendo y de seguir intentándolo. No es fácil, es cansado… no generas simpatías de quienes padecen tu intensidad en la lucha. Te miran mal, te responden con desgana, intentan aburrirte, cansarte, pero pese a todo, tú sigues, porque crees, porque sientes que tú lucha es justa y sobre todo porque sientes que es necesaria. Y sigues, y sigues… pese a la incomprensión, a los sinsabores, a las críticas, a las conspiraciones, a los intentos malintencionados, a los golpes bajos… sigues muchas veces sintiendo que nadie te entiende… pero sigues y sigues …
Tu sueño, tu lucha, tu trabajo… nunca poniéndote en primera persona, nunca siendo el yo tu motivación principal… constancia, constancia, y más constancia. Batiéndote en la guerra, ganando pequeñas batallas, muchas casi inapreciables, pero sin lugar a dudas semilla de grandes logros, abono de ocasiones…
Sigues, pese a todo, pese a todas, pese a la incomprensión, pese a los ataques mezquinos, pese a los odios agazapados… es tu lucha, es tu objetivo… pero un día te lanzan un lazo al cuello. Llegan los Ladrones de sueños, se apropian del trabajo, de los logros, y hacen suyos hasta el discurso que has articulado a lo largo de los años, discurso que llevas tatuado en las arrugas de tu piel. Te amordazan, te arrinconan, te dejan de lado, quieren tu alma, esa que ni se vendió, ni se venderá… los Ladrones de sueños, golpes de pecho, puñaladas traperas, guiños de poder…
Los sueños no se roban, se crean, se cuidan, se hacen grandes día a día con el trabajo, con la dedicación, con el amor puesto, con la vida dada… cuando las cosas se ponen a funcionar, a andar, parece que ya cualquiera puede llevar las riendas, y a lo mejor puede que sí, pero la pasión no se compra, ni se vende, ni el amor, ni el alma…
Se quedarán con el trabajo, se aprovecharán de los frutos, se pondrán las medallas, y harán como que los sueños son suyos… y a lo mejor cuela… aunque a los románticos, a los de verdad, a los reales siempre “nos quedará parís”….
Me robarán mi sueño, pero no me dejarán sin mi pasión, sin mis ganas y sin mi capacidad… pobres Ladrones de sueños… cajas vacías llenadas con el amor del prójimo… disfrutadlo… aunque quién sabe… tal vez la opción no sea la correcta, porque la injusticia, nunca lo es.