No te calles, no lo aguantes

Esnupi 25 Nov, 2018 El despertar de Penélope, Viajando con Esnupi , , , , , ,

Parece mentira, pero hay ocasiones en los que no existe absolutamente ninguna desigualdad. No importa que no tengas para llegar a fin de mes, o que seas muy pudiente. Es lo mismo si no sabes leer ni escribir, que si tienes una cátedra. Da igual que tu cuerpo sea escultural, o que seas difícil de vestir. Da igual el color de tu piel, de tu pelo, de tus ojos. No importa tu estatura. No importa nada de nada, porque eres una mujer, y eso te hace una potencial víctima de maltrato. Cumples con la principal de las premisas, SER MUJER.

La insensibilidad que hemos ido desarrollando ante esta lacra, a nivel de sociedad ha sido importante. Parece que hemos perdido en gran medida la capacidad de asombro, de dolor, de vergüenza. Todos los días nos desayunamos, almorzamos o cenamos con noticias que hacen referencia a las víctimas extremas, aquellas que dejar de serlo, porque dejan de existir, porque son asesinadas cobardemente por aquellos que se suponían sus compañeros de vida, por aquellos que en muchos casos han creado vida de forma conjunta, teniendo hijos e hijas que lamentablemente en ocasiones, también ven segadas sus vidas. Se comenten más asesinatos de mujeres que semanas tienen los años, con la única justificación de “la maté porque era mía”, “la maté porque sólo puede estar conmigo”… “la maté porque su vida me pertenecía”…

Cuántas mujeres son anuladas. Cuántas mujeres son aisladas. Cuántas mujeres son víctimas del chantaje más duro, porque el objeto del mismo son sus hijos, e incluso la vida de los mismos. Cuántas mujeres no pueden decir basta, porque no tienen capacidad económica, o porque no tienen la ayuda necesaria, o simplemente porque sus parejas las han hecho creer las culpables de su situación. Las han convencido de que no sirven para nada. Han reducido su mundo a cuatro paredes y su vida a una mirada de soslayo, a unos ojos que se cierran ante un movimiento inesperado, las han hecho pequeñas, las han convertido en nada. Los golpes, los insultos, y el miedo se han convertido en sus compañeros de vida… Cuántas mujeres no viven en esta realidad.

Es verdad que desde la administración se ha mejorado mucho en cuanto a la cobertura que se les puede dar a las víctimas de maltrato, y que posiblemente sea casi lo único en lo que los partidos políticos, los viejos y los nuevos, están de acuerdo, pero todo eso es insuficiente, porque la mujer que llega a contactar con estos servicios es la que ha dado el paso de ser capaz de pedir ayuda. Y estas han recorrido un mundo, y han sentado las bases de una posible salvación, aunque no por ello, su vida está asegurada, porque lamentablemente, las recaídas en muchos casos, han terminado en muerte.

El auténtico drama es el de aquellas que por lo que sea, no se atreven a pedir ayuda. Aquellas que sufren en silencio debido a los más diferentes miedos. A que no las crean. A que sus familias o amigos no las apoyen. A perder a sus hijos. O simplemente, aquellas que han sido tan minadas que creen sencillamente que merecen todo lo que les pasa. Estas mujeres son las que nos tienen que preocupar mucho más, porque estas sí es cierto que están “solas ante el peligro”.

Es muy difícil que podamos ayudarlas, pero no por ello debemos de dejar de intentarlo. Lo primero que podemos hacer todos y todas, es estar ojo avizor. Si vemos cualquier cosa que sirva de alarma en nuestro entorno intentar indagar, ayudar, mostrar nuestro apoyo, hacerle saber a esa mujer que estamos ahí, y que nadie merece ser ninguneado, ni maltratado, y mucho menos por aquellas personas que elegimos como nuestras parejas, nuestros compañeros, aquellos con los que queremos tener hijos, crear vida y construir un futuro.

Y además de esto, hay una cuestión fundamental, aunque está claro que los resultados se tienen que ver a largo plazo. La solución real pasa por la educación. Por enseñar desde el principio a niños y niñas el respeto. Por ser capaces de trasmitir valores que imposibiliten que alguien, hombre o mujer, pueda creerse en el derecho de hacer daño o matar a una mujer o a un hombre, simplemente porque quiero, porque ya no quiere estar conmigo, o porque considero que no tiene derecho a vivir…

El día en el que nacer niña no suponga llegar al mundo con muchos más deberes y con muchos menos derechos. El día en el que nacer niña no signifique tener una esperanza de vida menor, o tener que demostrar más, o saber que puedes aspirar a menos… ese día tal vez estas cosas dejarán de pasar, o quedarán en hechos muy aislados. ¿suena a utopía? Puede. Pero si nunca empezamos a creer en que es posible. Si nunca empezamos a trabajar en ese sentido, siempre será un sueño y nunca será una realidad.

¿Qué tal si ya desde hoy, desde ahora empezamos a cambiar el mundo, cambiando todo aquello que está en nuestra mano, poniendo nuestro granito de arena? No olvidemos el tamaño que pueden llegar a tener las estalactitas y estalagmitas, y ojo, se forman gota a gota. Tal vez no podamos hacerlo de hoy para mañana, pero eso no significa que no podamos conseguirlo. Así que empecemos a actuar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

NOMBRE

MAIL

TELEFONO

CUÉNTANOSLO

×