Década nueva, vida nueva
Pasadas unas semanas desde que comenzara el nuevo año y la década nueva, podemos pensar sin la emoción de lo nuevo que llega y sí con la razón de lo que realmente queremos. Comienza una nueva década. Es el momento de cerrar ciclos. Es el momento de dar por terminadas historias, reconocer las batallas perdidas, y hasta alguna que otra guerra. Querer cambiar las cosas, intentar hacer del mundo un lugar mejor, no siempre se comprende, y no todo el mundo lo comparte. Hay quien confunde la luz con el brillo, el trabajo silencioso con la desidia… y la verdad con el ego… por más que queramos, no se puede, ni se debe luchar contra los molinos de viento. Aunque no queramos, a veces no nos queda otro remedio que reconocer lo que son, y convencer al Quijote que llevamos dentro de qué Sancho tiene razón.
Hay que dejar ideas románticas al margen y ajustarse a la realidad, menos pasional, pero mucho más fría, calculadora y tal vez cabal. 2019 por tanto se lleva esos molinos de viento, con los que peleé creyéndolos gigantes. Se va como llegó con una importante lección de vida, aunque en forma de importante decepción… no tan grande como la de los comienzos, aunque de un calibre similar. Las lecciones están para aprenderlas -y espero haberlo hecho, aunque haya sido a la tercera, que como dice el refrán, es la vencida- así que volveré a mi época de empollona, en la que aprendía todas las lecciones y las defendía con inusitada soltura.
Con esta mochila de aprendizajes a la fuerza comienzo un nuevo año y una nueva década en la que me comprometo conmigo misma, con mis proyectos, con mi empresa, y en la que he de aprender a poner en primera línea lo propio, antes que lo ajeno. Nunca hice las cosas esperando mérito o reconocimiento, simplemente obré pensando en un bien colectivo qué tal vez sólo estuviera en mi cabeza. Mi mayor error fue pensar en que existía la justicia y que esta lógicamente estaría al lado del bien. Más vale tarde que nunca, y por fin aprendí algunas lecciones magistrales de vida. La primera, sin lugar a dudas, el bien y el mal son relativos, y el gris es el color que se impone entre blanco y negro. En segundo lugar, no puedes esperar que el mundo tenga tu valor. El ombligo propio y la cobardía suelen ser calles más transitadas, en las que se está más cómodo y en las que a la gente les encanta vivir. Y la tercera, no esperes de los demás que sean capaces de arriesgar o de levantar la mano por una causa, que no sea la suya en primera persona, por muy justa o loable que dicha causa sea.
Como decía, con esta mochila, con este camino recorrido y con este aprendizaje aprehendido comienzo un año en el que los retos personales y profesionales van a tener por primera vez, el protagonismo que merecen. El reto2020 va a tener muchas caras, es totalmente poliédrico, pero es en el que me centro desde ya, para que hablen mis acciones, siendo mis palabras un mero repaso de esas acciones.