De verdad que todo lo que ha pasado, todo lo que hemos pasado, lo que estamos pasando ¿no nos va a hacer ser mejores?

Hemos visto cómo el mundo se paraba, literalmente. Vivíamos un confinamiento que nunca creímos posible. La realidad, superaba una vez más a la ficción. El miedo, el dolor, la incertidumbre nos hermanaba. Los aplausos de las 8 de la tarde se convertían en un momento de comunión, en esos 5 minutos en los que teníamos la sensación de no ser los únicos seres vivos sobre la tierra.

Hubo momentos de auténtica unidad, días de “sobreviviré”, pero claro, los egos, las ambiciones, envidias y ansias de poder intervinieron, pudriendo lo mejor de toda esa ola de humanidad que inundaba ciudades y pueblos, sin distinguir clases, profesiones, culturas… pero los que mandan y los que quieren hacerlo empezaron a temer, por lo que jugaron al antiguo “divide y vencerás”... y la pena es que funcionó. Dejamos de centrarnos en lo que nos unía, para sólo hablar de lo que nos separaba. La verdad, me duele el alma, porque estamos dejando que los malos vuelvan a ganar.

Tenemos más muertos que en algunas guerras. Miles y miles de familias destrozadas porque no pudieron decir adiós a sus seres queridos… un duelo abierto, que aún no sabemos cómo se cerrará. Una generación literalmente incinerada, y abandonada a su suerte. Gente que pasa hambre, colas enormes de personas que antes del 14 de marzo tenían una vida normal y que ahora se ven viviendo de la solidaridad de los demás.

El miedo se queda en casa

Empresarios, autónomos, trabajadores unidos por el miedo y por la incertidumbre, por no saber qué pasará con su mundo, pero que pese a todo, se han enfundado mascarillas, pertrechado guantes y con gel hidroalcohólico en el cinto, se baten en duelo cada día con la terrible crisis económica en la que nos estamos instaurando. La vida nos va en ello, por lo que el miedo se queda en casa.

Ser mejores

Y yo me pregunto, ¿de verdad todo esto no nos va a hacer ser mejores? ¿No vamos a ser capaces de construir en vez de derrumbar? Todo este tiempo de ausencias, y de soledades ¿no nos va a servir para dar prioridad a lo realmente importante? Tenemos una oportunidad de ser mejores, de intentar hacer las cosas bien, de aprender a dar más, de reinventarnos, de ser nuestra mejor versión ¿la vamos a dejar pasar?

Por todo lo que hemos visto, lo que hemos vivido, y lo que aún nos falta por superar ¿Nos atrevemos a intentarlo?