El aquí y el ahora, la única certeza

2020 el mejor año de nuestras vidas
Cuando comenzó este 2020 de veras que estaba convencida de que sería un gran año, el mejor de nuestras vidas, el mejor de la mía. Pero Murphy nos tenía reservada la más dura de las pruebas, el enemigo más peligroso e invisible, que nos llevaba a una guerra sin cuartel, en la que lo más importante era encerrarse y alejarse del resto de la sociedad. Dejar de ver a los nuestros, olvidarnos de los besos, los abrazos, de compartir.
Imágenes de desolación se quedan en nuestra retina, como flashes de una pesadilla. Momentos de auténtico miedo. La incertidumbre llegó para instalarse en nuestras vidas, como compañera de viaje, y aquí sigue. Nuestros proyectos laborales y personales se vinieron abajo, se pararon o se pospusieron sin fecha cierta.
Estos meses nos han servido para reflexionar, para ordenar nuestras prioridades, para saber lo que es importante y lo que es prioritario. Para separar el polvo y la paja. Y aunque la euforia por esta extraña nueva normalidad, pueda hacernos olvidar todo lo que habíamos descubierto durante el complicado confinamiento. Pero una vez se termine este subidón, por volver a ver a quienes nos importa, volver a los bares, a las compras, a las playas… tal vez sea el momento de retomar esa conciencia.
El aquí y el ahora, fuera la angustia vital
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Por la parte que me toca, quiero que todo lo que ha pasado, me sirva para saber valorar más el presente. Agobiarme menos por el futuro, dejar de lado esa angustia vital por lo que está por venir, y vivir más el aquí y el ahora. Centrarme en lo bueno que tengo, en la suerte por poder contar con las personas que hay en mi vida y con los momentos que puedo disfrutar. Son muchas las cosas para dar las gracias. Aún siguen aquí todas las personas que estaban a comienzos de marzo y ese es el mayor motivo de alegría.
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Toca celebrar la vida. Pero sobre todo vivir el momento. Son muchas las cosas por las que hay que dar las gracias. No voy a centrarme en lo perdido o en lo no ganado. Comienza una nueva etapa, y el poco a poco, o el sin prisa pero sin pausa, vuelven una vez más a ser el karma que guíe el día a día.
Vamos a por todas. Si hay que volver a subir el Everest, se vuelve a subir. Con el equipo adecuado, la motivación necesaria, y la voluntad suficiente, toca volver a culminar la cima.