Esta semana fue mi cumpleaños. Tuve un día mucho mejor de lo que esperaba y además tuve muchas sorpresas, y todo ello me lleva a hacer una reflexión que quiero compartir con quiénes me leéis.

Lo primero sobre lo que me gustaría hablar es sobre recibir, recibir cariño, recibir atención, de quien no te esperas. Para mí ha sido abrumador, sentir tanto cariño, en muchos casos de personas inesperadas. Para mí es importante, que haya habido tanta gente que haya dedicado parte de su tiempo para dedicarme unos minutos, y hacerme llegar un mensaje, una llamada… ha sido mucho afecto y me ha hecho sentirme querida. Gracias por ese regalo, espero estar a la altura siempre y devolveros la atención con un plus de cariño. El mundo se mueve con pequeños gestos, y para mí han sido muy importantes los vuestros.

El colofón fue tener una celebración diferente, rodeada de mis compañeras, empresarias y autónomas, curtidas en la batalla de la vida, y que me llenaron con sus abrazos y sus besos, pero sobre todo, esas compañeras de fatiga que son la Junta Directiva de AGEA. Gracias Isabel, Carmem, Carmina, Ivonne e Irene. Pasamos mucho tiempo juntas, estamos sacando adelante un proyecto que queremos que sirva para que todas las mujeres seamos más visibles en el mundo de la empresa. No siempre estamos de acuerdo, ni vemos las cosas de la misma manera, pero me gusta tener la libertad de decir lo que no vemos y lo que no nos gusta, sin más, y sabiendo que de la discrepancia crecemos y mejoramos. Gracias por literalmente hacerme sentir una reina… con corona y todo… y ya sabéis chicas… “quiero la paz en el mundo”.

Me apetecía de veras deciros lo mucho que me alegrasteis el día y lo bien que me hicisteis sentir, pero ahora quiero reflexionar acerca de lo que supone cumplir años. Quien me conoce sabe que nunca digo mi edad, y coqueterías a parte, el motivo es que odio las etiquetas. Y ¿por qué digo esto? Normalmente se tienen preconceptos acerca de lo que se debe hacer con una edad o con otra. De alguna manera, hemos asumido casi como dogma cultural que determinados comportamientos y acciones, se corresponden con una determinada edad. Y ese es el principal motivo por el que nunca la digo. No me gusta que me consideren mayor para determinadas cosas, o joven para otras. Prefiero que se me valore por lo que hago y por cómo lo hago, independientemente de la edad que tenga o deje de tener.

Ciertamente la edad es un concepto. Recuerdo la época en la que las políticas de juventud eran para menores de 26 años, ahora se consideran jóvenes “oficialmente” hasta los 35 años, o como en el caso de los jóvenes empresarios, hasta los 42… está claro que no existe naturalmente una edad en la que se deja de ser joven… nuestras abuelas con 40 años eran señoras mayores con delantal de cuadros y pañuelo en la cabeza, y hoy nos enfrentamos a la maternidad por primera vez con esos mismos 40 años…

Por ello sólo me queda deciros que borréis de vuestra cabeza esas ideas que os cortan las alas. Hay que hacer lo que nos apetezca, aquellos que queramos, y aquello que nuestro cuerpo nos permita… independientemente de lo que diga nuestro DNI

Para terminar, gracias por obligarme a quererme y a pensar en mí…