4 Fases para superar una ruptura
4 Fases para superar una ruptura
Hoy quiero reflexionar sobre los principios y los finales, los finales y los principios. Es curioso cómo a veces grandes aventuras vienen casi sin buscarlas, tras finales, en muchas ocasiones, ni buscados, ni premeditados. Y aquí es dónde creo que lo que más importa es la actitud.
Esta reflexión entiendo que debe de aplicarse también al terreno de lo personal, de lo sentimental, aunque reconozco que estoy demasiado oxidada al respecto, obsoleta en esas lides, aunque lo que quiero compartir, creo que también se puede llevar a esos lares, aunque personalmente lo aborde centrándome en las cuestiones profesionales.
Cuando llega un final, y sobre todo cuando te pilla desprevenida, cogida a traición, la primera fase, tras la hostia recibida, es la estupefacción. No sabes cómo responder, porque no te lo esperas, y sencillamente te quedas noqueada. Un shock que a quiénes somos de pasión y de piel, nos duele como si nos retorcieran las entrañas. Cuando te vuelcas con toda tu alma en una aventura, a veces, sin quererlo, la entendemos nuestra… y en el momento en el que te dan puerta es cuando tomas conciencia de que por mucho que hayas hecho, dado, conseguido, no es tuyo, y nunca lo fue… duele tomar conciencia, pero esa es la realidad. ¿Injusticia? En muchos casos lo será y en otros no, evidentemente en cada caso particular, entenderemos que sí lo es. Yo así lo sentí… pensando que cómo podía pasarme esto, y cómo podían ser tan injustos conmigo. Fuera como fuese, justo o injusto, estaba fuera. No es mi decisión, no es tu decisión, pero es lo que hay.
La siguiente fase es el duelo. El dolor. El sentirte derrotada, incapaz, incomprendida. No puedes evitar hasta sentir vergüenza, autoinculpándote de lo divino y de lo humano. El darle vueltas y vueltas, intentando buscarle una explicación a esa patada en el culo, cuando la realidad es que hay otros que mandan y son los que deciden, y tú no tienes nada que hacer. Esta fase no tiene una duración establecida. Dependerá de muchas cosas el que sea más o menos extensa. Ahora bien, dure lo que dure, es dolorosa, oscura, y te hace sentir miserablemente. Es la fase de la tristeza y de las lágrimas fáciles. Al menos en mi caso.
Tras el duelo, llega la sed de venganza. El arrieros somos y en el camino nos encontraremos. El siéntate en la puerta de tu casa y verás el ataúd de tu enemigo pasar. Esta fase la verdad es que yo la denomino fase creativa, aunque lo cierto es que muchas de las cosas que se te ocurren están abocadas a tener el mismo éxito que las ocurrencias de mi querido coyote, cuando ayudado de extraños artefactos de la marca ACME, intentaba alcanzar al Correcaminos (por cierto qué mal me cae ese bicho). Esta fase también es necesaria, porque sirve de deshago. Cada cual que la viva cómo pueda y cómo quiera. Materializar la venganza debe ser liberador, o no… cuando llegue a este punto, y si finalmente lo consigo, os contaré. No obstante os recomiendo que hagáis que dure lo menos posible, no la considero positiva para crecer.
La siguiente fase es la de la sanación. La fase de tomar conciencia del cambio. De que se ha cerrado una puerta, pero que de nosotros depende abrir otra. Aquí es dónde debe de imponerse la actitud positiva que existe bajo el refrán no hay mal que por bien no venga. Tras un final, una ruptura, podemos pararnos en la fase dos y vivir recordando lo que pudo ser y no fue, regodeándonos en nuestra miseria y dolor. También podemos parar el tiempo en la tercera y vivir con la fijación de la venganza, lo que a la larga terminará carcomiéndonos. O finalmente lo que podemos hacer es soltar lastre. Quedarnos con lo aprendido. Intentar sacar conclusiones y centrar nuestros esfuerzos, no en destruir, sino que en construir. Tras el cierre de una puerta, viene la apertura de una ventana, sólo tenemos que saber buscarla. Seguir hacia delante, con la mochila del aprendizaje. Coger un nuevo camino, intentando que sea más productivo, que te llene más que el anterior.
De nosotros depende. De nadie más. Por muy duro que sea. Nosotros debemos tomar las riendas y minimizar los daños. Actitud positiva y creativa… Ahora bien, nadie dice que sea fácil. No lo es. Pero merece la pena.
P.D. El pensamiento de que detrás de mí vendrá, quien a mí grande me hará, puede ser de mucha ayuda…