Volver a reír
Y pasó otra semana más. Otra semana más sin abrazos, sin besos, sin calor humano. Seguimos sin poder ver a los que nos importan. Aún estamos en confinamiento, aunque haya quien parece que lo empieza a olvidar. Desde el 2 de mayo podemos hacer deporte, y dar paseos. Una hora al día y con un toque de queda establecido. Otro paso más hacia recobrar esa libertad que no sabemos si volverá a ser como la de antes… o cuándo sucederá.
Todo sigue siendo raro, muy raro. Esta extraña normalidad a la que nos tenemos que acostumbrar me sigue generando una profunda tristeza. Seguimos evitando miradas, seguimos viendo a los otros como aquellos a los que debemos evitar… El silencio sigue reinando en las calles… los aplausos y los cantos de las 8 de la tarde sólo son un momento de estallido, que además se está diluyendo.
La tristeza está justificada. Aunque nos hayamos insensibilizado ante las cifras de fallecidos. Si nos detenemos un momento, y nos olvidamos del número, y nos centramos en lo que significa, tomamos conciencia de las vidas destruidas, de las familias rotas, de lo caro que está siendo todo. Realmente pese a que ya hace prácticamente dos meses, aún me sigue pareciendo todo una pesadilla. Un mal sueño del que vamos a despertar en cualquier momento, dejando atrás el silencio y recuperando el pulso de nuestra vida.
La tristeza se ha instaurado en mi alma, aunque lucho con todas mis fuerzas por recuperar mi súper poder, la sonrisa. Lo intento con todas mis fuerzas. Aunque la mayoría de las veces, a penas si consigo esbozar una mueca. La verdad es que tengo un terrible nudo en el pecho. Me duele, me duele mucho. Decir otra cosa sería mentir.
Pero aunque el gris es el color predominante, lucho por ponerme mis gafas de colores y volver a ver la vida con la ilusión con la que comenzó este 2020 maldito.
Quiero volver a sonreír. No, mejor a reír a carcajadas. Busco en mi interior para aferrarme a aquello que me hacía feliz, me hacía sentirme bien. Me cuesta, me cuesta mucho pero cada día hago el esfuerzo. Intento dejar a un lado todo lo feo que tenemos en frente, y pongo el foco, en la medida de lo posible, en esas luces que hay a mi alrededor. Y la verdad, sólo pensar en volver a estar y compartir con aquellas personas que son el centro de mi vida, es lo que me hace esbozar esa sonrisa, aunque sea de medio lado. Cuando podamos volver a compartir, sólo espero que no olvidemos todo esto y que nos sirva para vivir más. Disfrutar más y tomar conciencia absoluta de lo efímera de nuestra vida y de que tenemos una única vida. Aprovechémosla lo máximo posible.