No te quiero, ni te puedo cambiar

Hoy toca reflexionar mirando hacia el corazón y lanzando cuestiones que tengan que ver con lo que queremos o lo que buscamos en nuestras relaciones. Horas de conversaciones compartidas con aquellas personas que nos importan, son las que hay detrás de los temas sobre los que me gustaría pensar en voz alta y compartir con aquellos de vosotros y vosotras que en este momento me estéis leyendo.
Empezaré diciendo que no hablo como experta, ni mucho menos, líbreme de tal apelativo, más bien todo lo contrario, lo hago como habitual de los fracasos y como errante elegidora, aunque tal vez eso me dé ese punto de distancia que me permite reflexionar al respecto.
Quiero empezar diciendo que defiendo a ultranza el «mejor sólo que mal acompañado». Hay personas, tengo amigos y amigas, a quienes considero animales de pareja -sin juzgarles, que conste- no saben, o no quieren, o no pueden estar solos o solas.
Necesitan una pareja al lado, incluso aunque les haga sentirse en desgracia, pero temen tanto a la soledad, que prefieren «lo malo conocido, antes que lo bueno por conocer».
A estos «animales de la compañía», dicho con cariño, yo les diría que se atrevan a disfrutarse, a vivir, a querer, a exigir, a ser valientes, a buscar lo que quieren, y sobre todo, a no «conformarse». La soledad, no es mala, vivir solo o sola, puede ser una experiencia magnífica, absolutamente recomendable y que particularmente creo que en algún momento de nuestra vida, todos deberíamos experimentar. Aprender a escucharte, y porqué no decirlo, a soportarte, puede ser una experiencia brutal. Escuchar nuestros pensamientos y tener conversaciones, y hasta disputas, en nuestro interior, no es, en muchas ocasiones fácil, ni gratificante, pero a la larga, siempre es positivo, eso no lo podemos olvidar. Nos hace crecer, conocernos mejor, y por supuesto apreciarnos a nosotros mismos y a los demás. Tengamos claro que hasta que no estemos en paz con nosotros mismos, no podremos tener paz con nadie, y que muchas veces las relaciones precisamente fallan por este tema.
He de decir, que desde mi perspectiva, la de quien no se conforma, la de quien optó por desandar el camino andado, en pos de la «normalidad», aún sin quererla, que particularmente opto por sentir, porque la piel se me erice, por sentir esa punzada en las entrañas que te recuerda lo viva que puedes estar. Lo quiero todo, pero sin pedir nada. No quiero a una persona que me traiga, que me lleve, que me soporte, quiero alguien con quien crecer, a quien respetar, alguien con quien ser libre para ser yo, con quien ser libre para elegir entregarme por completo, simplemente porque así lo sienta, porque así lo viva, al margen de lo que debe o lo que no ser, de lo que se espera o se deja de esperar… Quiero un «elijo yo», no quiero un «me conformo».
WoW!!! Completamente cierto, fui animal de compañía y decidí dejar de serlo porque no hay nada mejor que levantarse y mirarse al espejo y ver lo que jnoq uiwre mejor que despertarse y no quiere abrir los ojos por lo que puedas ver! Me encanta