Viaje a conocer el amor
Ya sé que suena muy cursi, pero la verdad así es como me sentí en este viaje que os quiero contar. Me ha servido para recuperar la esperanza, y para darme cuenta de que pese a todo lo malo que hay en este mundo, a todas esas personas que pasan por tu vida como el caballo de Atila, sin dejar hierba a su paso, pese a todo, lo bueno sigue existiendo, lo real sigue existiendo y aunque no abunde, la verdad entre dos personas, la entrega sólo porque sí, contra viento y marea, contra convencionalismos, simplemente porque se quieren, simplemente porque quieren compartir y compartirse, señoras y señores, es posible.
Fue el fin de semana del 20 y 21 de mayo. Esa fecha se va a quedar en mi almanaque vital particular grabada, como la fecha de “recuperar la fe”. Evidentemente he estado en muchas bodas, aunque hace tiempo que las evito, porque en un alarde de sarcasmo o de ironía mejor o peor entendida, decidí dejar de ir a bodas, porque me parecía, en un acto de “rebeldía amarga” celebrar más los divorcios que las uniones, porque entendía que sí que eran liberaciones reales. Está claro que cada cual pinta la historia según le va, y no tengo que entrar en muchos detalles, para que se entienda porqué el negro era mi color. Pero a esta boda había que ir. Era una boda de dos personas muy especiales, pero a la vez, era la boda de tod@s, era algo que hemos ido compartiendo durante meses, porque al final, recordemos que están las familias que se eligen. En estas también hay herman@s, prim@s, ti@s… y me gusta pensar, que alguno de esos papeles es el que me toca. Reconozco que desde que conocí a esta pareja y su forma de ser y de verse y de hacer las cosas, pensé que eran especiales, pero la verdad, no creía que tanto.
Este viaje, realmente comenzó en una fría noche de invierno, cuando me dieron un botecito con arena, parecía una probeta, con un mensaje en el interior. Este formato tan original, es el que habían elegido para invitarnos a tod@s… Como soy rematadamente pava, cuando supe cómo había sido el momento de la pedida, y con cuánto cariño y detalle se había hecho, y con la complicidad de tanta gente que está en sus vidas, no pude evitarlo y lloré como una magdalena, pero de puro sentimiento, porque me pareció muy bonito. La propia elección de la fecha, la hicieron pensando en tod@s, y no de forma egoísta en la que mejor les podría, particularmente venir. Son así, antes pensando en el conjunto, que en lo individual…
Durante meses hemos hablado de detalles, de vestidos, de qué ponernos, de cómo sería… muchas horas compartidas en un elemento importantísimo en nuestras vidas, el bus… que da para mucho, mucho. Y por fin, el viernes, cogíamos el coche, y poníamos rumbo a Conil. No conozco casi nada de Cádiz, pero lo cierto es que me ha ganado de por vida. Tras casi cinco horas de coche, con más o menos equivocaciones y muchas risas nos plantamos, Esnupi y Vicky en nuestro destino. La noche fue liviana, porque lo importante venía al día siguiente.
Nos levantamos, nos fuimos a desayunar y después comenzó ese ritual de “arreglo para una boda entre chicas”. Por favor, ayúdame con el pelo, ¿qué tal me queda? ¿me pongo este cinturón o este? ¿Los labios rojos verdad?… finalmente listas para acompañar a la pareja en un momento que habían preparado, diseñado y soñado, hasta el más mínimo detalle.
Boda en la playa, en la arena… con un maestro de ceremonias, amigo de siempre, con un hermano hablando de su hermana y haciendo llorar a todo el mundo, y yo pidiendo pañuelos de papel porque ¡¡los había olvidado!! Estaba particularmente sensible, mi alma tenía especiales ganas de llorar, de limpiarse, de abrirse… Ahí fue cuando vi esa mirada que me hizo recuperar la esperanza. Ya había visto otras veces cómo se miraban, pero en ese momento, sus ojos se llenaron de la una y de la otra. No había nadie, no existía el tiempo, sólo dos personas que se quieren, que han decidido compartir su existencia, y que se estaban poniendo el mundo por montera, porque en ese momento, en el mundo sólo existían ellas y el reloj se había parado, no había nada más, era su momento…
Desde mi atalaya veía la imagen y en ese momento volvía a creer en los cuentos de princesas, porque allí me estaban dando con una simple mirada, una clase magistral de vida, de amor, de sentimiento… Cuando empezaron a subir por la escalinata, ya con sus alianzas intercambiadas, con sus manos agarradas y sintiéndose más en unión que nunca, con el calor de tanta gente que simplemente quería estar allí para compartir ese momento, pasaron por mi lado, y volví a ver esa forma de mirarse, diciéndolo todo, pero sin decir nada… en ese momento pensé “algún día me gustaría compartir esa mirada, pero aunque yo no pueda, me queda la enorme satisfacción de saber que existe”. Mientras haya gente que se mire así, en el mundo habrá esperanza y pasarán cosas buenas…
Después de eso, fiesta estupenda, compartir con gente a la que quiero mucho, y que son parte importantísima de mi vida, pero como estamos de #RetoEsnupi, intentando comer y beber con moderación. Fue un fin de semana mágico, en el que pude comprobar el amor entre dos personas, entre amig@s… Sentir el cariño… simplemente genial.
Por todo ello, no me queda más que deciros gracias, porque me habéis dado esperanza, y eso no tiene precio. Os quiero mucho, y os deseo lo mejor del mundo. Pelead por ser felices, y porque sigáis mirándoos de esa forma. GRACIAS
Las lágrimas saltadas mientras lo iba leyendo, es..precioso!
VIVO CON EL AMOR DE UNA MIRADA COMPLICE QUE NO ME HACE FALTA BUSCAR PARA QUE ME ENCUENTRE,SUS OJOS ME MANTIENEN SI TIEMBLO…CREO EN LAS HISTORIAS DE AMOR,Y ESTA HISTORIA ES PRECIOSA…
ENHORABUENA
Gracias Rebeca por tu comentario. Enhorabuena por haber encontrado ese gran amor. Un beso.