Quiérete a ti misma

No sé si por cuestión cultural, o porqué, pero lo cierto es que normalmente no nos enseñan a querernos. De alguna manera en nuestra educación, desde pequeños, nos han enseñado que si nos ponemos en primera persona, obramos mal. Que siempre debemos poner a los demás por delante. Incluso resulta poco apropiado e incorrecto, utilizar en una frase el “yo” en primer lugar. De pequeños nos decían si osábamos hacerlo “el burro va por delante”…

Pensar en los demás, en el mundo, en todos antes que en nosotros mismos, que en nosotras mismas está muy bien, siempre que eso no signifique que nos auto releguemos. Sólo queriéndonos nos cuidaremos, si nos cuidamos estaremos bien, si estamos bien, nos sentiremos fuertes y si nos sentimos fuertes, seremos mucho más capaces y por supuesto estaremos en condición de querer más al resto del mundo y de poder ser mejores y más felices dando. Pero hay una condición sine quanon aprender a querernos. A mimarnos. Y no sentir ningún tipo de sentimiento destructivo de culpabilidad por ello.

Así dicho parece fácil. Pero la verdad es que no lo es… en serio, es complicado. La mayoría de las veces ni siquiera somos conscientes de esta falta de amor, de consideración, y hasta de respeto a nosotros y sobre todo a nosotras mismas.

Vivimos en una sociedad que nos exige ser divinas, estar divinas. Se impone un modelo de mujer poco real. Un modelo de mujer que debe estar perfecta las 24 horas, siempre sonriendo, con un cabello ideal y uñas esculpidas. Una mujer con un armario como el de las blogueras de moda, capaz de recorrer el mundo en tacones. Que haga deporte y que no sude. Que sea una mezcla de wonder woman y Barbie… la presión a la que nos someten a las mujeres es insoportable y eso nos lleva a arrastrar niveles paupérrimos de autoestima. Un estudio realizado a nivel mundial desvela un dato aterrador. Sólo el 2 por ciento de las mujeres nos encontramos guapas, mientras que al 90 por ciento, no le cuesta ver la belleza en sus congéneres.

Por eso llega el momento de decir basta. De mirarnos a un espejo y ver lo mucho que tenemos para dar y sobre todo ser capaces de ver los muchos argumentos que tenemos para querernos. Aprender a vernos en positivo, a mirarnos por encima de nuestras arrugas, de nuestro peso, de nuestras canas, y ser capaces de mirar dentro de nuestra mirada, allí dónde reside nuestra fuerza, allí dónde nace nuestra pasión y dónde nuestros sueños cobran forma, esperando convertirse en objetivos.

Alguien me dijo sé valiente, aprende a mirarte, y sé capaz de verte. Deja que tus sueños salgan, conviértelos en tus motivos y no dejes de intentarlo. No seas como nadie. Sé sólo tú mejor versión. Cuídate, pero mímate. Baila sólo porque quieres, párate, respira, piensa y busca tu felicidad. Baila y cómete un helado, sin complejo de culpabilidad, hazlo porque te hace sentir bien, permítetelo. Tú eres importante, y debes ser el centro de tu universo. Empieza a quererte y cuando lo hagas, podrás dar lo mejor de ti al mundo.

Así que en ello estoy. Unos días con más suerte que otros. Aprendiendo a mirar la esencia que se esconde en mi mirada, más que a la vasija que me contiene. Pero lo mejor es tener la sensación de que merece la pena, y sobre todo, saber qué día a día soy más fuerte.

Por eso sobre todo amigas, aunque también hay muchos chicos que andan en esta guerra, vamos a intentarlo. Vamos a pensar en positivo. A aprender a ver lo buenos que tenemos y a seguir trabajando para encontrar esa “mejor versión” que nos haga sentirnos bien y fuertes. ¿Lo intentamos?